Madeira, la Perla del Atlántico, así la llaman, una isla que cautiva nada más verla, y no me extraña que la mismísima emperatriz Sissi se enamorara de ella, eligiéndola como uno de sus lugares favoritos para descansar, porque siete veces ha sido elegida como la más bonita del mundo y más segura en pandemia.
Funchal, la capital, al sur de la isla, de estilo colonial. Es una bonita ciudad, dicen que quien por ella pasa, nunca se olvida...
La abundancia de producto fresco en los mercados hace de Madeira un destino para disfrutar de los cinco sentidos. EL “Bolo de mel”, o la ”Espetada” de carne de vaca en brocheta de palo de laurel acompañada por Maíz frito y del típico pan “Bolo-do-caco” con mantequilla de ajo son algunos de los manjares que te esperan en la isla.
Visita sus magníficos jardines, haz compras, piérdete por sus plazas, y sus pintorescas calles con aceras de calzada portuguesa.
Camina por la calle Santa Maria y piérdete entre un laberinto de calles estrechas y empedradas donde podrás hacer una parada para almorzar en cualquiera de los restaurantes.
En el casco antiguo no pierdas la oportunidad de viajar en teleférico para disfrutar de Funchal desde el cielo, hasta la localidad de Monte donde visitarás la Iglesia de la Virgen del Monte, Patrona de la isla.
Conocerás exuberantes jardines con plantas originarias de todo el mundo y características de la Laurisilva, bosque típico de Madeira que en el año 2000 entró a formar parte de la clasificación de la Unesco como Patrimonio Natural de la Humanidad.
Para regresar disfruta de un viaje inolvidable en uno de los típicos carros de cesto, movidos por los “Carreiros do Monte” y luego caminar unos 30 minutos andando al centro de Funchal o utilizar un bus hasta el centro. Hay que hacer un poco de cola, pero es una experiencia diferente y divertida.
Desde Funchal dirección oeste disfruta del entorno y del paisaje y dirígete a “Camara de Lobos”, un típico pueblo pesquero que me encantó.
Aquí puedes probar la bebida típica, “Poncha” elaborada con aguardiente de caña, miel de abejas y limón o probar la "Nikita", una bebida dulce hecha a base de cerveza o vino blanco, helado ( suele ser de vainilla) y trozos de piña.
Pero toda la isla está llena de piscinas naturales como las de Porto Móniz, muy cerquita de Sao Vicente. Acércate a eta localidad, para recuperar fuerzas con un chapuzón revitalizante en las piscinas naturales de lava basáltica que se encuentran en el océano.
Ya os he comentado que en Madeira no hay que buscar playas y mucho sol pero sí una temperatura muy agradable para gozar de un paisaje de ensueño y aventurarte en alguna ruta de senderismo para recrear tus sentidos con la espectacular vegetación del Bosque Laurisilva (bosque de los laureles) Patrimonio Mundial de la Unesco para ver las orquídeas de la Sierra, especie única en el mundo . Una de las más frecuentadas, es la que recorre la Levada das 25 Fontes, el paseo más bello de Madeira.
Una ruta a través de un exuberante valle, a lo largo de una levada hasta la Cascada de las 25 Fontes.
El camino contiene un túnel y revela maravillosos paisajes y sensaciones
Además, puedes tomar un desvío hacia la Cascada del Risco y contemplar gran variedad de especies de flora y un paisaje de privilegio..
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